viernes, 3 de enero de 2014

"Bubu de Montparnasse" y las penurias de las cortesanas en París



Bubu de Montparnasse no es sino una de esas pequeñas joyas literarias que, casi desapercibida entre las grandes obras que jalonan los anaqueles de las librerías, esperan a ser recogidas por algún lector distraído con el fin de descubrirle una historia bella y desgarradora, veraz y literaria, reflejo denunciador de una sociedad y un momento concreto: aquel París primisecular lleno de champañas y fiestas, y entre cuyos bulevares atestados de las melíficas luces y la belle-epoque, deambularon anónimamente las  sombras de la miseria arrastrando sus penurias.  

Portada de la edición española editada por Trama editorial (2006)


1. El autor
Personaje provinciano de origen humilde Charles-Louis Phillipe (1874-1909) estuvo desde el principio muy concienciado con la cuestión de la pobreza, la cual él mismo padeció en su infancia y nunca trató de ocultar : “Yo creo ser el primero de una raza de pobres que ha pasado en Francia dentro de la literatura.” Estudió con tesón y consiguió medrar, con no poco esfuerzo y algún temporal fracaso, en la intrincada e impasible sociedad capitalista de París. En 1894 se instaló en la gran urbe para trabajar en una oficina farmacéutica, pero terminado su contrató se vio compelido a regresar a su Cerilly natal.  Tornó medio año después, recobradas las fuerzas, y consiguió un puesto en el departamento de Alumbrado Público del Ayuntamiento. Tras solucionar definitivamente su situación económica al comenzar a trabajar en las oficinas de Consumos del Municipio, pudo entonces desarrollar su labor literaria con extremada libertad. Frecuentó ciertos círculos literarios e intelectuales donde se discutía sobre cuestiones estéticas —Grupo de Carnetin— y colaboró en publicaciones como La Nouvelle Revue Française cuyas premisas giraron, precisamente, en torno al rechazo de la moral y la política en el arte pero sin obviar la denuncia social.

Charles-Louis mostró en la literatura sus simpatías por los desherados y marginados de la sociedad y no solo del mundo urbano sino también de la vida provinciana como reflejó La Mère et l'enfant de 1900. Cabe resaltar, por último, que sus preferencias literarias bascularon desde un primigenio  simbolismo, tan en boga en el pináculo del siglo XIX hasta la literatura rusa de Dostoievski.

Murió prematuramente el autor francés, un 21 de diciembre de 1909, cuando una inflamación de meningitis complicó su ya delicado estado de salud debido al tifus que lastraba. 

 
Charles-Louis Phillip, obsérvese a su lado la imágen del escritor ruso Dostoievski

2. Bubu de Montparnasse (el argumento)
Antes de nada cabe recalcar que para esta reseña crítica o una edición española publicada en 2006 por Trama editorial; por otro lado para la reproducción de algunas escenas me he servido de la película Bubu deMontparnasse dirigida en 1971 por Mauro Bolognini.

Carátula del film italiano Bubu de Montparnasse (1971)

Bubu de Montparnasse es una novela citadina donde se retratan de forma delicada las tensiones surgidas entre tres personajes principales con la sociedad marginal que los circunda. Así, aparecen una cortesana (Berthe), su amante y chulo (Maurice, también conocido como ‘Bubu de Montparnasse’), y un joven intelectual e idealista (Pierre). La novela, basada en propias experiencias sucedidas a una hija de la calle que Phillip conoció en el pasado, se revela con una delicada y sencilla prosa que hacen que la propia crudeza de la historia, sin perder un ápice de veracidad, margine descripciones truculentas o demasiado morbosas más propias de obras naturalistas.

Berthe es una joven florista de diecisiete años que conoce en un baile a Maurice, pretendido ebanista de veintitrés años, que tras cobrar una herencia busca encandilar a una muchacha para vivir a su costa. Cuando principian su relación Berthe vive de su trabajo mientras que Maurice aporta el dinero cobrado por la herencia de su padre fallecido. Pasarán así dos años mientras la inocente adolescente poco a poco va amistando y familiarizándose con el hampa y la golfemia que configuran el círculo social de su pareja. El maltrato comenzará entonces a ser una realidad cotidiana que la inocente víctima aceptará con resignación debido a su carácter dulce y manso: “Entendió que una ley dirigía este mundo, que era la ley del más fuerte” (p. 48). En un momento dado Berthe decide abandonar, por consejo de Maurice, su oficio de florista en el cual no ganaba mucho dinero,  para dedicarse por completo a la vida pública, pues agotada la herencia de Bubu tan solo la atribulada mujer ingresa el dinero necesario para hacerse cargo de todos los gastos de la casa.

Entrará en escena Pierre, un joven y solitario trabajador provinciano que alquila los servicios de Berthe por cinco francos, y que no tardará en encandilarse de ella porque “era flexible y maleable como imaginaba que debían ser las mujeres a las que uno no tiene que pagar” (p. 51). La historia cambia de visos cuando a Bubu lo encarcelan por un robo frustrado en un estanco, entonces Pierre se convertirá en el gran apoyo para la muchacha, si bien la cuestión económica no terminará de desaparecer e incluso será un impedimento: "[...] otro detalle importante que también les distanciaba, y que, en general, suele distanciar a los hombres de las mujeres: ella pensaba que no tenía dinero y él que la visita le costaría cinco francos" (p. 97). Mientras tanto Berthe buscará refugio en casa de su hermana Blanche que siendo prostituta como ella la acoge sin contemplaciones. La vida de la protagonista femenina transcurrirá en ese tiempo entre la infructuosa búsqueda de nuevos hombres con los que rehacer su vida: "Nada podía borrar el recuerdo de Maurice [...] jamás hubiera podido olvidar a aquel que fue suyo y que fue más que un dios porque fue quien la desvirgó" (p. 95), y los desaforados asuetos regados de alcohol con clientes y compañeros de desventuras.

Sin embargo el momento clave de redención en Berthe se dará tras el luctuoso suceso de la muerte del padre y la negativa de los hermanos mayores a que esta ayudara con el cuidado de los pequeños debido a su disipada vida. Volverá entonces a buscar trabajo de florista y comenzará a hacer planes de futuro junto Pierre, al que continúa guardando un especial cariño a pesar de no amarlo.

Al final la situación se revertirá cuando Bubu, tras salir de la cárcel, acude en busca de Berthe a la casa del provinciano. Allí se desarrollará una escena de gran carga dramática donde la pareja que estaba durmiendo en la cama se ve sorprendida por este y Jules los cuales se llevarán a  Berthe para que ejerza nuevamente la vida pública, no sin antes ‘recordar’ a Pierre que debía pagar los servicios de la meretriz. Ante aquel trance humillante ella se llegará a sentir como un objeto donde no cabía su opinión, incluso la sombra del suicidio se plantea como solución: "Ella se sintió como un objeto, una pobre Berthe informe y enferma, necesitaba dormirse para siempre para conseguir olvidarlo..."; mientras que Pierre, inerme y asustado, deja que Berthe se vaya con los dos canallas reprochándose a sí mismo el no haber hecho nada por impedirlo. 

En cuanto a la estructura de la novela es muy sencilla: dividida en diez capítulos, el primero de ellos recoge el encuentro de Berthe con Pierre, para pasar en el segundo a hacer una digresión al pasado  por la que el narrador omnisciente explica al lector cómo y en qué situación Bubu y Berthe se conocieron. Desde el capítulo tercero la historia se sucederá de forma lineal sin mayores relevancias hasta el capítulo diez, justo en la escena donde coinciden por primera y única vez los tres protagonistas: allí se produce una gran tensión final que va en aumento hasta culminar  rápidamente en el retorno forzado de Berthe a las actividades venales.

3. Los personajes
Como se ha mencionado ya, la historia básicamente se construye con tres actores, mientras que el resto tienen apariciones muy secundarias, por ello tan solo reseñaremos a algunos de ellos.

Bherte Méténier: es una joven florista, físicamente se la describe como una muchacha de ojos sonrientes y dulces, de labios rojos algo blandos, y de larga melena morena que gustaba de recoger con  un moño italiano (en la película aparece como rubia). Su madre fallecida era italiana, lo cual explicaría el detalle del moño que la hace diferenciarse graciosamente a los ojos de los hombres. Pertenece a una familia pobre de siete hermanos, donde el padre no puede hacerse cargo de todos sus hijos tal como debiera; otra hermana Blanche ya ejercía la prostitución antes que ella. Su carácter es el de una mujer “débil” que “necesitaba oír palabras dulces” (p. 39), lo cual la predispone desde su inicio  a caer fácilmente bajo la férula de algún canalla. Recibe palizas de su amante y chulo Maurice, que asume con estoicismo mientras se ve obligada por la necesidad a ejercer de mujer venal, si bien nunca se deja llevar por grandes dramatismos, ella ha vivido en un mundo corrompido donde los valores morales que funcionan son muy otros de aquellos que la sociedad pequeño-burguesa impone con hipocresía o fanatismo. 

Maurice Bélu: Es hijo de una tendera y muy al contrario de lo que pudiera parecer, hasta los dieciséis años recibe formación en el colegio. Físicamente se caracteriza por ser bajito, sufre una deficiencia en el pie que lo libró del servicio militar y que compensa por su complexión fuerte. Aprende,  tras dejar el colegio, el oficio de ebanista que desempeñará  durante breve periodo; sin embargo sus propensiones hacia el hampa lo empujan rápido a preferir la vida de la calle manejando a las mujeres para vivir a su costa. Tras una primera experiencia parasitaria con una mujer llamada ‘Hortense la gorda’, acaba finalmente cortejando y embaucando a la inocente florista Berthe, que explotará sin miramientos, aunque manteniéndose celosamente fiel a ella.

Pierre Hardy: Es un joven provinciano de veinte años que trabaja en un estudio desde hace medio año. Se formó en una escuela profesional durante tres años, donde aprendió a diseñar puentes y máquinas de “trazados complicados” (p. 27). Podría haber trabajado como dibujante en una empresa ferroviaria pero no se presentó a La Escuela de Artes y Oficios como le aconsejaron sus profesores. Se siente perdido en la vieja Lutecia y vive modestamente en un desvencijado habitáculo de una modesta pensión. Busca por compañía los servicios de las mujeres venales y no tarda en encapricharse de Berthe a la que conoce ‘no muy fortuitamente’  mientras asiste a una actuación de artistas callejeros. Tiene un carácter bondadoso, si bien cuando se entera de que la meretriz tiene sífilis le envía una carta donde comunica que su relación debe cambiar. Poco después él mismo la contrae y retorna a la situación anterior con ella. Quiere ayudar Berthe cuando esta entra en una crisis de contrición, aunque en el momento clave de la historia no se ve con fuerzas  para salvarla de los proxenetas.

Louis Buisson: Único amigo de Pierre en París—que bien puede ser trasunto del propio Charles-Louis Phillipe—, es descrito como un hombre de 1,53 m. al que no admitieron en el servicio militar por su falta de estatura. Estudió matemáticas y fue candidato a la escuela Politécnica, también pasó una larga estadía en un colegio de provincias que “le hizo familiarizarse con el sufrimiento” (p. 29). Por las tardes se dedica a la filosofía y la literatura. Alberga aspiraciones modestas y mantiene una relación por carta con una “criadita” de provincias: “Quiero vivir como un hombre de pueblo con una mujer de pueblo” (p. 30). Ayuda a Pierre en su intento de salvar a Berthe, pues él mismo se sentía frustrado por no haber sacado de las garras de la explotación a una niña que conoció en el pasado (pp.80-81). Esta influenciado por una reciente lectura de los Evangelios

Blanche: Es una de las hermanas de Berthe, menor que ella pues cuenta con diecisiete años (p. 99). Phillip la describe como algo más tosca y descuidad que su hermana: “Llegó a tener la cabeza llena de piojos, pero no sentía la mayor necesidad de asearse: sus faldas despedían un olor de vicio y mugre que encandilaba a los hombres” (pp. 99-100). Sifilítica por vocación, en el carácter resulta totalmente antagónica a Berthe. Blanche no era delicada ni manipulable, escogía ella misma a sus chulos y cuando se cansaba los abandonaba. Sobreviviente y luchadora esconde una navaja que no duda en utilizar llegado el caso.. 

Jules el Grande: Se trata de un chulo de cierta nombradía. Destaca tanto por su rectitud y sus ademanes afectados como por su frialdad a la hora de “forzar una cerradura y matar a un hombre limpiamente” (p. 46) si es necesario. Goza de respeto entre el resto de la golfemia, y aunque no gusta de poseer a ninguna mujer, gracias a su desenvoltura había adquirido una suerte de derecho sobre las mujeres venales: “Elegía a una cada noche y se acostaba con ella sin pronunciar palabra” (p. 70). Juega un importante papel en dos momentos claves: el primero cuando Maurice contrae la sífilis, pues es él quien convence al atribulado Bubu que un chulo no abandona a su protegida al contraer la enfermedad; el otro se da al final de la novela al acompañar a Maurice en el rapto de Berthe.

4. Los temas
Atendiendo a los aspectos claves más significativos, en Bubu de Montparnasse se pueden  destacar los siguientes: La denuncia de la prostitución y los maltratos, la cuestión de la sífilis, la importancia del espacio urbano en la narración y su dicotomía con el mundo de la arcadia feliz provincial.

La problemática de la prostitución: Según aparece en el prólogo a la edición de Paula Izquierdo, la novela de Bubu de Montparnasse se basó en un caso real, por lo cual no deja de sorprender todavía más su desgarrador final. Charles Louis Phillipe, que como antes se comentó pasó por ser un personaje sencillo y nada atrabiliario, realiza todo un despliegue de maestría al escribir una historia de extrema crudeza con delicada prosa, y evitando los tintes demasiado melodramáticos o las descripciones truculentas al gusto de los naturalistas. La novela comienza en los estertores nocturnos de la fiesta del catorce de julio, cuando todo el mundo parece dormir y tan solo quedan los más rezagados y crápulas buscando prolongar la fiesta. Tras describir esos últimos rescoldos del París festivo aparece el fuerte contraste con las mujeres venales que merodean en pos de sus clientes. En una época donde los derechos sociales todavía eran escasos y la situación de la mujer pasaba por ser onerosa, se daba la amarga situación de que una chica como Berthe podía conseguir “diez o veinte francos, solo con un ‘momento’” (p. 50) mientras que trabajando como florista necesitaba de diez horas para ganar cuatro francos. La hipocresía está latente en la animada sociedad de aquel París de la Belle epoque como si de una ciénaga florida se tratara. Bubu concibe su profesión de proxeneta como otra cualquiera, la cual le permite vivir de forma relajada ya que existe una demanda real de un producto (el sexo) que él suministra por medio de su cortesana: “Se convirtió en un chulo porque vivía en una sociedad atestada de ricos poderosos. Quieren mujeres a cambio de su dinero. Es necesario que haya gente como él para proporcionárselas” (p.50).

La situación de sumisión y dependencia que padecía la mujer en aquella sociedad paralela dominada por la violencia y el machismo Phillip la reproduce sin ambages bajo la piel de Berthe: “Como Berthe era dulce y manejable, cuando Maurice se hizo cargo de ella, se sometió con dulzura” (p. 44), y ese mismo sometimiento la lleva aceptar las palizas recibidas como algo inherente a la relación: “Al cabo de un mes él la pegaba, pero no lo hacía por maldad. La pegaba porque Maurice, que tenía un carácter muy resuelto, clasificaba las cosas de manera muy rotunda” (p. 47); o también: “Los golpes de los chulos moldean a las mujeres y marcan su carne blanca para siempre en el lugar donde Dios dispuso que se encontrara el lugar del deseo” (p. 106). Pero tal idea de propiedad está latente no solo entre los chulos de los bajos fondos, y ahí es cuando la pluma del autor hace ver al lector que incluso en el inocente Pierre subsiste la idea de superioridad respecto a las mujeres venales: “Aquella mujercita, que había sido suya por cinco francos durante una hora entera, era flexible y maleable como imaginaba que debían ser las mujeres a las que uno tiene que pagar” (p. 51).

Entrando en la cuestión de las enfermedades venéreas,  cabe recordar aquí que la sífilis, junto a la tuberculosis o el tifus, entre otras, formaban parte aceptada de los males que azotaban al mundo urbano de la época. La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual y estubo a la orden del día  en la Europa occidental, entre las cortesanas, sus protectores y clientes hasta bien entrado el siglo XX. En el libro, cuando Pierre tiene noticia de que Berthe ha contraído la enfermedad,  le escribe una carta donde le hace saber que sus relaciones deben de cambiar “para no contagiarme de tu dolencia” pues “soy de una familia donde nunca nadie ha tenido este tipo de enfermedad” (pp. 85-86). Resulta patente la hipocresía, o cuando menos la inseguridad del muchacho provinciano, en su relación con Berthe, pues, si por un lado parece amarla hasta ese momento, por el otro, al tener noticia de su enfermedad no duda en modificar  su relación. Caso muy otro resulta la reacción de Bubu, que si bien en un principio siente temor e incluso duda de continuar con Berthe, tras tener una charla con Jules el Grande, este le hace ver que ningún chulo que se precie abandona a su mujer por la sífilis: “uno no abandona a una mujer porque tenga chancro” (p. 69). En tal situación se ponen  en funcionamiento los mecanismos de solidaridad y protección por los cuales las gentes del hampa se rigen.Vemos la dicotomía entre Pierre, representante de la pequeña burguesía, que teme la sífilis y busca modificar su relación con la meretriz, y la reacción de Maurice, que se mantiene fiel a ella e incluso no duda en contraerla pues “forma parte de la vida de los hombres” (p. 71). 

     Escena donde se representa la charla de Jules el Grande con Bubu al respecto de la sífilis.

París como espacio urbano en la narrativa: Parafraseando a la prologista Paula Izquierdo al respecto del espacio donde se sucede Bubu de Montparnasse: “El verdadero protagonista de esta historia, a veces amarga y siempre trágica, es el centro de París. Ciudad que respira como un personaje más y que esculpe las vidas de quienes la habitan.” (p. 14) Por lo tanto no es raro que la novela se principie en el Bulevard Sebastopol “al día siguiente del catorce de julio” (p. 21) con sus anchas aceras donde “las mujeres públicas cumplían con su trabajo” (p. 24). Pierre, el muchacho provinciano, se siente alienado en la gran ciudad donde sus “coches circulando, las luces ásperas, la muchedumbre  de las calles, la lujuria y el bullicio forman una confusión de Babel que espanta y hace danzar demasiadas ideas al unísono” (p. 26). Se desarrolla entonces el topos de la lucha entre el joven de provincias que acude a la gran ciudad para labrarse un futuro mejor, teniendo que bregar contra el monstruo industrializador e individualista tan en contraste con la sociedad de las pequeñas poblaciones donde las redes de apoyo comunal están muy presentes en la cotidianidad.

La sociedad desindividualiza y Pierre remembra con saudade su hogar de provincias: “ A Pierre Hardy le gusta evocar la casa de un pueblo del este, donde sus padres eran comerciantes de madera [...] No les faltaba de nada. Todos los miembros de la familia eran conscientes de que formaban un todo con la feliz naturaleza” (pp. 26-27). Sin embargo es en la ciudad industrializada y moderna donde se encuentra el futuro y en ningún momento Pierre se plantea regresar, cuando lo hace por necesidad acaba retornando a la capital. En general todos los protagonistas —cada uno a su modo— muestran unas enérgicas posturas de resistencia y supervivencia, París con sus bajos fondos son la Babilonia bíblica, pero esa Babilonia se acaba convirtiendo en ‘su’ Babilonia.

Las pensiones humildes o misérrimas son también topos recurrentse en este tipo de literatura primisecular, claramente muy imbricado con la previsible situación que sufrían los escritores antes de su consolidación o profesionalización. En  Pierre aquella “casa de un pueblo del este” contrasta con su pensión de la calle del Arbre-Sec muy desaseada por el paso de “demasiados inquilinos” y cuyos vecinos son “parejas de alcohólicos que riñen, otros huelen a prostitución [...] los pobres inquilinos de estas pensiones no tienen hogar” (p. 29). Su amigo Louis Buisson vive también en la quinta planta de una pensión del Quai du Louvre aunque el aire allí “es mucho más limpio” (p. 30). Berthe también vive misérrimamente en una pensión de la calle Chanoise con sus cortinas grises y cristales sucios y en donde hay “una cama deshecha en la que dos cuerpos habían dejado manchas oscuras de sudor en las sábanas raídas” —pues— “así son las camas de las pensiones en las que los cuerpos están sucios y las almas también” (p. 61).

Los espacios de sociabilización transitan entre los cafés y bares, cabarets o bailes, y algunos de ellos son enumerados como el Moulin de la Vierge o el teatro de la Gaité-Montparnasse. El aguardiente, la absenta y otros licores espiritosos se consumen generosamente entre aquellos hijos de la  pobreza como un  bálsamo que los evade de sus tribulaciones diarias: “[Berthe] se fue de juerga hasta caer rodando en los bares, hasta beber todo lo que se le pagaba, hasta pagar todo lo que querían los demás, en su viaje hacia la felicidad, hasta reía como se ríen en las juergas” (p. 108). Una de las escenas de mayor intensidad se sucede, precisamente cuando Maurice enfebrecido por las absentas libadas en compañía de Jules, toma la decisión de acostarse con Berthe para contagiarse de la sífilis. Como antes se menciono tener dicha enfermedad no estaba mal visto, Maurice mismo llega a la conclusión que de no padecerla “le quitaría algo de gloria” (p.75).

5. Conclusiones
En términos generales se observa como la novela de Bubu de Montparnasse posee un vínculo irrefutable con el mundo de los bajos fondos que todavía se mueven en el centro de París por aquellos años intersecualres. Hay una denuncia clara contra la explotación de la mujer, no solo en la prostitución, sino también en el mundo laboral pues Berthe abandona su oficio de florista precisamente por el mísero peculio que recibe. También se muestran la alienación y fagotización que sufren los jóvenes preparados de provincias al establecerse en la gran urbe industrial y burocrátizada; o la exposición y convivencia de las personas que frecuentan los círculos suburbiales con las enfermedades venéreas y los maltratos. Todo ello hacen de la historia de Phillip una obra más que interesante dentro de la novela social francesa. Conociendo esto finalmente no debe extrañar al lector de esta reseña que el premio nobel de literatura T.H Elliot prologará ya en 1983 la edición inglesa tras  considerarla digna de lectura y ponderándola al mismo nivel que otras grandes obras de Dostoievski o Dumas.